Jesús Prieto Mendaza: “La digitalización ha invertido los términos y ahora los jóvenes son más expertos que los mayores”

Jesús Prieto Mendaza: “La digitalización ha invertido los términos y ahora los jóvenes son más expertos que los mayores”

El antrópologo e historiador Jesús Prieto Mendaza, desglosa en esta entrevista el modo en que ha evolucionado la vejez a lo largo de la historia de la humanidad y el presente de las personas mayores.

-¿Cómo ha cambiado la visión de la vejez a lo largo de la Historia?

-La visión de la ancianidad no sólo ha cambiado a lo largo de los años, sino que es diferente según el entorno cultural. La longevidad era motivo de orgullo, por cuanto eran los depositarios del saber y la memoria. No es de extrañar que los brujos y chamanes fuesen, y sean todavía hoy, hombres mayores. La vejez representaba la sabiduría, eran “el archivo histórico de la comunidad”. Con el Siglo XX se asentó en nuestro mundo occidental un sistema de coberturas sociales que conocemos como estado de bienestar, que propició un paso en la consideración de la vejez, y además de la cobertura sanitaria y económica se abrieron las puertas a la persona mayor como un ciudadano/a con múltiples posibilidades de aportar experiencia en su ámbito profesional o comunitario. Así, para esa “tercera edad” se desarrollan múltiples actividades de voluntariado y de ocio.

-¿Y qué ha pasado en el nuevo milenio? ¿Cuál es la consideración actual de esta etapa de la vida?

-Con el nuevo milenio, nos encontramos con una serie de cambios sociales que propician el surgimiento de una nueva sociedad, mucho más individualista y al mismo tiempo interconectada, gracias a los revolucionarios cambios de la tecnología digital, las redes e Internet. Una sociedad un tanto hedonista, en la que el placer y el disfrute inmediato ocasionan una adoración por los cuerpos jóvenes y hermosos, es decir por lo joven. Se relega lo feo, la enfermedad o la pérdida de vigor. La vejez está asociada al deterioro físico y psíquico, y se refiere al último periodo del ciclo vital. En este mundo digital se han invertido los términos, y ahora los jóvenes son más expertos que los mayores. Y ese punto de vista ya se ha llevado también a la educación, donde sólo interesan ciertas materias y es importante educar no sólo desde la escuela, sino también desde la familia y los agentes sociales que hay que “estudiar para enriquecerse, no para hacerse rico”.

-¿Y dónde queda la experiencia?

-Vivimos una “sociedad líquida”, como lo expresa Zygmunt Bauman (1999), en la que la cultura tecnológica destierra la importancia de la experiencia. Los vínculos son cada vez más frágiles y, cómo decía, priman la belleza, la juventud, el dinero, el éxito fácil y la competitividad a cualquier precio. El autor denuncia las “relaciones de bolsillo” de nuestro tiempo (relaciones que sólo se sacan cuando hace falta), y crítica que hayamos arrinconado el concepto de “amor eterno”, por trasnochado y retrógrado. Son relaciones clínex, de usar y tirar, sin compromiso, y el compromiso se ve como un ‘marrón’. ¿Tener hijos?, “prefiero tener un perro que da menos problemas”. Se desplaza a las personas de los sistemas de control y de poder (jubilaciones anticipadas a los 50 años, subsidios para mayores de 52 años…), que pasan a manos de los “jóvenes”, a los que se atribuye mayores conocimientos.

-¿Ha desaparecido el espíritu comunitario, la solidaridad con los mayores?

-El espíritu comunitario y de ayuda entre vecinos (el “auzolan” o “vereda”) va desapareciendo, aunque todavía tengo que decir que en pueblos pequeños de nuestro territorio la gente sigue mostrando a diario actitudes solidarias. Los ancianos están bien cuidados pero les faltan los afectos, “ya no te cuidan”. Están muy bien atendidos por las instituciones, pero hemos perdido los afectos y esa solidaridad grupal. Hay quien opina que el sistema no puede atender a este grupo humano improductivo., que suponen una pesada carga para las arcas públicas.

-¿Cuál es el camino?

-Es necesario que las personas mayores desarrollen estrategias que activen su vida social y ámbito relacional. Nuestra actual sociedad corre el peligro de dejar a los mayores como “daños colaterales” de la postmodernidad. Ahí tenemos el comportamiento de entidades bancarias o instituciones que desprecian la atención directa y el trato personal, para volcarse en los trámites on line, aun sabiendo que la brecha digital va a excluir a un número importante de ancianos. La situación me preocupa, aunque existen actividades interesantes, como las que desarrolla el Ayuntamiento de Vitoria, en la red Bizan, con las clases de apoyo a escolares impartidas por mayores, o la figura de los ‘cibermanager’ en Deusto, en la que cada joven instruye a una persona mayor enseñándole a desenvolverse con la tecnología. Ahí se crean relaciones personales muy bonitas, aunque bien es cierto que estas iniciativas no dejan de ser excepciones.

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