Envejecer es vivir

Envejecer es vivir

Fernando Gómez Busto, médico geriatra

El médico especialista en Medicina Interna y Geriatría, Fernando Gómez Busto, actualmente jubilado, trabajó durante más de 40 años ejerciendo la medicina y 30 en el Servicio de Tercera Edad del Ayuntamiento de Vitoria. Es profesor invitado en la Escuela Universitaria de Enfermería e imparte un “Seminario de Gerocultura” en las Aulas +55, donde trata de ofrecer pautas para el envejecimiento. Miembro de diversas sociedades científicas y autor de numerosas publicaciones, subraya que “envejecer es vivir” y que los tres ‘ladrones’ del buen envejecimiento son “el miedo al futuro, la nostalgia del pasado y el hastío del presente”.

-¿Qué es envejecer? ¿Significa avanzar hacia el deterioro?

No comparto en absoluto esta idea. Desde mi punto de vista envejecer es vivir, simplemente. Es decir, en la medida en la que vivimos, el paso del tiempo hace un efecto en nuestros sistemas, en las células y en el organismo, y eso es, en sí, el envejecimiento. Vivir y envejecer son sinónimos. Es el paso del tiempo sobre el organismo, y eso es la vida: envejecer.

-¿Debemos prepararnos para el momento de la jubilación?

Todos debemos tener un sentido de vida, es decir tendríamos que preguntarnos qué es lo que queremos hacer, ¿Qué quiero ser de mayor? Cuando una persona trabaja, estudia, tiene una familia y una hipoteca a su cargo, la mente está llena, pero si de repente esa agenda se vacía tendrá que preguntarse qué es lo que quiere hacer. Y solo encontraremos la respuesta a esta pregunta si volvemos la mirada al interior. Pero si canalizamos toda la energía en consumir, en pensar que trabajen otros, que yo ya he hecho suficiente, jamás te la harás. Así no podremos envejecer bien. No hacer nada es una decisión, y es la decisión peor y más deletérea contra tu vida, tu calidad de vida. Es una autoagresión. Lo único fijo en la vida es el cambio, que es inherente a la vida, y uno no puede detener el paso del tiempo porque estés cómodo en tu zona de confort. No, así no puedes envejecer bien. Y hay que tener en cuenta que el cerebro agradece desafíos, nuevos retos.

-Buscamos el elixir de la juventud y los científicos avanzan en su carrera. ¿Hasta dónde podremos llegar?

Hay multimillonarios invirtiendo mucho dinero para revertir el envejecimiento, y veremos enormes avances en el tratamiento de las enfermedades, pero nuestro ADN habla de un ciclo y un final. Y hay que tener en cuenta una cosa, que la expectativa de vida activa será mayor, pero habrá un momento con dependencias. Por eso, hay que centrarse y canalizar esa energía en lo que podemos modificar para estar bien. El estrés, por ejemplo, es un veneno para el envejecimiento, ya que sube la tensión, la frecuencia cardiaca, el azúcar en sangre, el colesterol, aumentan los trombos, la inflamación y baja la inmunidad.

-Las personas envejecemos de muy diferentes maneras. ¿Es así?

Mientras la geriatría estudia las enfermedades propias del envejecimiento, la gerontología estudia el proceso. Y quienes profundizan en este tema plantean que el envejecimiento es un proceso individual y muy heterogéneo, y que incluso dentro de la propia persona es diferente porque, por ejemplo, puedes estar bien del corazón, pero mal de la cabeza. El planteamiento, por tanto, de lo que queremos hacer en la vida también debe ser individual. Y si ocurre que una persona no quiere cambiar porque entiende que está bien como está, nunca se hará la pregunta, a no ser que una mala noticia le obligue a ello Pero si ha habido una introspección, una mirada hacia dentro, habrá podido conocerse mejor, saber lo que le llena y hace feliz.

-¿Las mujeres siguen teniendo una mayor esperanza de vida?

Si. El envejecimiento es femenino. La mujer toma las riendas, se empodera y vive más. Siguen siendo más longevas que los hombres. La brecha no se agranda a la misma velocidad que antes, pero hay una diferencia de unos cuatro años entre la esperanza de vida media de los hombres y las mujeres. El sexo femenino es más fuerte genéticamente que el de los hombres. La que seguirá siendo necesario, pero con cambios que vienen de la mano de la digitalización.

-¿Es difícil ser viejo en una sociedad juvenilista? ¿Cómo romper con esta dinámica?

Tendrá que acabar esa imposición de lo joven y bello. Pero creo que ese imperativo mercantilista irá cayendo con la propia demografía. Es cierto, además, que en la sociedad actual hay actitudes edadistas que marginan al mayor, y yo añadiría otro término más firme, la gerontofobia, el odio hacia lo viejo. ¿Pero qué es lo que podemos hacer nosotros para cambiar esta tendencia? José Manuel Ribera Casado, catedrático emérito de Geriatría de la Complutense, reivindica el papel activo de la persona mayor sin marginaciones. y pide que se facilite esa presencia. Pero no se puede estar en una queja continua, quererlo todo gratis y no dar nada a cambio. Lo que sin duda tenemos es más tiempo y compartirlo es una actividad altruista y saludable. El voluntariado es una de las cosas que más beneficios aporta a la salud física y emocional.

-¿Hay que seguir aplicando ese refrán de poca cama, poco plato y mucha suela de zapato?

Sí, pero este refrán yo lo complementaría, y lo haría más extenso con un verso de un médico humanista, un hombre culto, José de Letamendi, que ya a finales del siglo XIX decía: “Vida honesta y arreglada, usar de pocos remedios y poner todos los medios de no alterarse por nada, la comida moderada, ejercicio y diversión, no tener nunca aprehensión, salir al campo algún rato, poco encierro, mucho trato y continua ocupación”. Creo que este texto resume muy bien todo. Hay que tener en cuenta que los tres ladrones del envejecimiento son: el miedo al futuro, la nostalgia del pasado y el hastío del presente, cosas que te impiden vivir el momento actual.

-¿Están bien atendidos los mayores?

Respecto a los años en que trabajé como geriatra observo un cambio tendente hacia los cuidados en casa. Está claro que todos preferimos no tener que abandonar nuestro domicilio, porque la casa es el equivalente simbólico de tu vida. La Covid puso patas arriba el modelo residencial, que seguirá siendo necesario, pero con cambios que vienen de la mano de la digitalización.

-La esperanza de vida aumenta, ¿será posible la coexistencia de distintas generaciones?

Será complicado armonizarlo desde un punto de vista emocional, afectivo, pero el lazo familiar de pertenencia es enormemente fuerte. Quizá no seamos transmisores del conocimiento como lo eran nuestros abuelos, cuando el conocimiento era más artesanal, pero siempre habrá una transmisión horizontal, de nuestra experiencia y ejemplo con la que podremos influir. Tal vez no con los consejos, cansados de las palabras, pero sí con los hábitos. Y voy a poner un ejemplo. Ibrahim, un guía de Egipto, me contaba cómo su abuela plantó una palmera y el la regaba. Años después le cuestionó a su abuela para qué lo seguía haciendo, si ella iba a morir antes de dar dátiles, y la abuela le dijo, “esto no es para que yo coma dátiles, sino para que tu les des a tus nietos”. Esa es la otra herencia que podemos dejarles, sembrar con nuestro ejemplo para que encuentren condiciones de vida dignas a nivel personal, social y medioambiental.

-¿Cuál debe ser la reflexión para envejecer bien?

Uno recibe soporte social cuando da soporte social, es decir hay que tejer. “Cómo he cuidado a mis hijos ellos tendrán que cuidar de mí”,  esto no es así, porque con una intención egoísta no funciona, en cambio, cuando se hace de un modo altruista se reciben respuestas positivas. Hay que cultivar el agradecimiento. Hemos perdido, quizás por un exceso de religión, la idea de practicar la gratitud. Es un ejercicio que yo he hecho conmigo y que hago con mis alumnos: pensar en qué estoy agradecido en esta vida, y ello te hace ver la “botella de la vida”. Hay un estudio de la investigadora Becca Levy, elaborado con personas de más de 55 años, que concluye que las personas con una visión positiva del envejecimiento vivían más, con una diferencia de 7,6 años, y además padecían menos de Alzheimer. Por tanto, tus creencias, tus ideas condicionan físicamente tu cerebro, y lo que piensas tendrá una traducción en tu cuerpo.

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