Complejo residencial cooperativo en Murgia para personas de entre 55 y 70 años

El proyecto Lagungarri, liderado por Laura Irigaray, está muy avanzado. Tras varios años de búsqueda infructuosa de una parcela en Vitoria, han apostado por una ubicación céntrica en Murgia, propiedad de las Carmelitas Descalzas. El precontrato de compra-venta del terreno ya está firmado.
En el emplazamiento elegido, de 11.000 metros cuadrados, donde se ubicaban las huertas de la congregación, se construirán alrededor de 60 viviendas. Tendrán una superficie de alrededor de 70 metros cuadrados, serán espacios funcionales y con una cuidada estética. Rodeadas de jardines, según el proyecto elaborado por Arregui Arquitectos, dispondrán de cocina, habitación, baño, sala de estar y terrazas, y se ofrecerán a sus moradores totalmente amuebladas.
Contarán con servicios comunes para fomentar las relaciones sociales y el ocio: salas multiusos, comedor, lavandería, cafetería y gimnasio, y dispondrán también de una zona destinada a enfermería para situaciones transitorias. “Utilizaremos los servicios de salud públicos, complementados con la Fundación Matía (en periodo de análisis), especialista en atención a mayores, y queremos llegar a acuerdos con una de las residencias del pueblo para situaciones límite que con los años se pueden presentar”.
En esta iniciativa trabaja un colectivo de personas jubiladas que apuestan por vivir de una forma diferente, evitando una dependencia exclusiva de la ayuda que puedan facilitar familiares y/o la administración pública, “sintiéndonos libres y útiles para llevar a cabo una vida activa”.
La Cooperativa será la propietaria de todo el ‘cohousing”. El régimen de los socios será en cesión de uso indefinido. “La fianza es el equivalente al pago de entrada y se devuelve si una persona decide dejar de ser socio/a o en el momento de su fallecimiento”. Cada cooperativista deberá pagar una cuota mensual y podrá vivir solo, con su pareja o compartir la vivienda con otra persona socia. La idea es que las viviendas estén abiertas a visitas de familiares y amigos en estancias temporales cortas.
El proyecto, que tiene como primer objetivo conseguir el 90 o 95% de los asociados, está destinado a personas autónomas de entre 55 y 70 años, con cupos por edad y sexo con el objetivo de lograr un equilibrio, “y evitar que se convierta, en pocos años, en un centro geriátrico al uso”. Se trata de realizar una vida en común, preservando la intimidad, en la que todos sus componentes participen en los grupos de trabajo, tareas, actividades que se organicen.
Según afirma Laura Irigaray, el rigor en la organización será absoluto, de ahí que deberá garantizarse mediante auditorias un control de ingresos y gastos y de su correcto funcionamiento en todas las facetas de la cooperativa. “Para ayudarnos contamos con el apoyo, seguimiento y asesoramiento del Grupo Arrasate Taldea, expertos en la gestión integral de cooperativas de vivienda”.
La cooperativa, autopromovida, codiseñada y autogestionada por todos los socios y socias, ha visitado, desde mediados de 2019, tres complejos de este tipo (2 en Málaga y uno en Valladolid) para copiar los aciertos, “y desechar lo que nos han contado que vemos que no les ha funcionado”. El grupo Arrasate ha visitado igualmente la Cooperativa de Trabensol en Madrid