Cómo cuidar tu piel a partir de los 50 años

La piel también envejece con el paso del tiempo. Con los años se hace más delgada, pierde grasa y se forman arrugas. Además aparecen antiestéticas manchas y se forman apéndices cutáneos. Poco a poco también tenemos más facilidad para que se hagan moretones con más facilidad y las heridas tardan más tiempo en curarse.
Pero si cuidamos nuestra piel, la mantendremos limpia, tersa y luminosa durante más tiempo y disfrutaremos de una mejor salud en todo el cuerpo. No olvidemos que ella es la primera barrera de defensa que tenemos frente a agentes externos como patógenos, elementos nocivos, frío, calor…
Los cuidados de la piel a partir de los 50 años deben centrarse fundamentalmente en cinco aspectos:
1. Protégela del sol
Uno de los pilares básicos para cuidar la piel es protegerla del sol. El sol provoca arrugas, manchas de la edad y otros problemas.
Para conseguir la mejor protección es importante:
- Usa protector solar. Utiliza un protector que tenga un factor, al menos, 15. Colócate abundante cantidad y vuelve a aplicarlo cada dos horas, o con más frecuencia si estás nadando o transpirando.
- Evita las horas centrales del día. Evita el sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, cuando los rayos solares son más intensos.
- Usa ropa de protección. Protégete con prendas de tejidos ajustados y manga larga, pantalones largos y sombreros de ala ancha. Existen también prendas especiales para protegerte del sol, que están especialmente diseñadas para bloquear los rayos ultravioletas.
2. No fumes
Fumar le da a tu piel un aspecto avejentado y contribuye a la formación de arrugas. Fumar estrecha los pequeños vasos sanguíneos que se encuentran en las capas más superficiales de la piel, lo que disminuye el flujo sanguíneo y da un aspecto más pálido a la piel. Esto también elimina el oxígeno y los nutrientes que son importantes para la buena salud de la piel.
También daña el colágeno y la elastina, las fibras que le aportan fortaleza y elasticidad a la piel. Además, las expresiones faciales reiteradas que haces cuando fumas, por ejemplo, fruncir los labios al inhalar y entrecerrar los ojos para exhalar el humo, pueden contribuir a la formación de arrugas. Además, fumar aumenta el riesgo de carcinoma espinocelular.
3. Trata tu piel con suavidad
La limpieza y el afeitado diarios pueden perjudicar tu piel. Para tratarla con suavidad:
- Limita la duración del baño. El agua caliente y las duchas o baños prolongados eliminan los aceites naturales de la piel. Limita la duración del baño o de la ducha y usa agua tibia en lugar de agua caliente.
- Evita los jabones fuertes. Los jabones y detergentes fuertes pueden eliminar los aceites naturales de la piel. En su lugar, usa limpiadores suaves.
- Aféitate con cuidado. Para proteger y lubricar la piel, aplica crema, loción o gel de afeitar antes de afeitarte. Para una afeitada más al ras, usa una afeitadora limpia y afilada. Aféitate en la dirección en que crece el pelo, no a contrapelo.
- Sécate con golpecitos. Después de lavarte o bañarte, sécate la piel suavemente con una toalla dando pequeños toques para que quede algo de humedad en la piel.
- Humecta la piel seca. Si tienes piel seca, usa un humectante que se adapte a tu tipo de piel. Para el uso diario, considera un humectante que contenga factor de protección solar.
4. Lleva una dieta saludable
Una dieta saludable puede ayudarte a verte y sentirte mejor. Come muchas frutas, verduras, granos integrales y proteínas magras. La asociación entre la dieta y el acné no está clara, pero algunas investigaciones sugieren que una dieta con alto contenido de aceite de pescado o suplementos de aceite de pescado y baja en grasas no saludables y carbohidratos procesados o refinados podría promover una piel más joven. Beber mucha agua ayuda a mantener la piel hidratada.
5. Controla el estrés
Cuando el estrés está fuera de control, la piel puede volverse más sensible y se pueden desencadenar brotes de acné y otros problemas cutáneos. Para fomentar una piel sana, y un estado de ánimo sano, toma medidas para controlar el estrés. Duerme lo suficiente, fija límites razonables, recorta tu lista de tareas pendientes y encuentra tiempo para hacer las cosas que disfrutas. Los resultados podrían ser más significativos de lo que esperas.